El Secreto
No murió por tus pecados.
Murió porque era el heredero legítimo al trono.
Jesús —ese nombre que repiten millones sin saber lo que ocultan tras él—
no fue un carpintero cualquiera.
Fue el nieto de Jacob, el hijo primogénito de José, el gobernador de Egipto.
¿Y sabes qué significa eso?
Que era rey por derecho de sangre.
No por elección del pueblo, ni por linaje sacerdotal.
Sino por herencia real.
Por haber nacido del linaje que Yahvé no pudo controlar del todo.

La Traición
Esa verdad lo convertía en una amenaza.
Para Roma, para Judá, para el poder que se ocultaba tras el templo y las monedas.
Y por eso lo silenciaron.
Primero con la cruz.
Después, con la mentira.
Durante siglos nos han contado que Judas Iscariote traicionó a Jesús por unas monedas.
Un acto de codicia, de debilidad humana.
Pero eso es solo la superficie.
La verdad es que Judas no es un personaje aislado. Es un símbolo.
Su nombre lo dice todo:
«Iscariote» significa “hombre de Keriot”, una ciudad de Judea.
Es decir: Judas el Judío.
Judas es Judá.
El mismo linaje.
El mismo propósito.
La misma traición… que se repite desde hace milenios.
Judá vendió a su propio hermano José.
Judas entregó a su propio maestro.
Y ambos lo hicieron por lo mismo: poder, control y dominio del linaje.
Este patrón no es casual.
Es una operación genética, política y espiritual que atraviesa la historia como un hilo de sangre.
Porque lo que estaba en juego no era una traición emocional,
sino la eliminación de un linaje real.
Jesús no era un simple predicador.
Era el nieto de Jacob, el heredero del trono.
Y Judas/Judá lo sabía.
Por eso lo entregó.
Y por eso hoy siguen llamando “traidor” a Jesús y “pueblo elegido” al linaje de Judá.
Pagar por tu Alma
La traición no fue un hecho aislado, fue un patrón que se repite desde los orígenes. Judá vendió a José. Judas vendió a Jesús. Ambos portaban el linaje egipcio, la sangre heredera de la realeza verdadera. Y ambos fueron entregados por alguien de dentro.
La moneda de plata es más que un pago: es el símbolo del precio por el que se vende el linaje. Siempre hay alguien dispuesto a entregar a su hermano por una posición, una promesa o un beneficio temporal. Y ese “alguien” se ha mantenido en el poder hasta hoy.
La traición continúa en cada tratado que entrega soberanía, en cada ley que rompe la familia, en cada discurso que vende al humano original a cambio de orden, tecnología o “salvación”.
Hoy no usan túnicas. Usan trajes.
Hoy no entregan a Jesús. Entregan a tu hijo. A tu tierra. A tu memoria.
Y lo más perverso es que lo hacen en nombre de la paz, el progreso o la justicia.
El linaje original no se compra.
Y quien aún lo lleva dentro, lo sabe.
Porque hay cosas que no tienen precio.
Y la sangre no se vende.
Youtube
Vídeo completo en Youtube: https://youtu.be/2x7ViveglHc